Si quieres preparar un postre sencillo y rápido en el que ni siquiera tengas que utilizar el horno, el mousse de chocolate blanco es el que estás buscando.
Origen del mousse de chocolate
Mousse es una palabra francesa que significa espuma y su marca de registro son las burbujas de aire que le dan una gran textura. Se dice que el pintor francés Toulouse Lautrec fue el creador de esta crema espumosa a finales del siglo XIX, aunque existe otra historia que indica que fue en 1810 mientras los franceses invadían la ciudad española de Astorga. El cocinero de este ejército intentando agradar al emperador pidió a un artesano español chocolatero que preparara una espuma de chocolate.
Impresionado por este delicioso postre, se llevó al cocinero español y a su familia a tierras francesas para maravillar con el mismo a la élite con el ya bautizado para siempre como mousse de chocolate. Así que aunque es cierto que esta receta es conocida como una invención francesa, el pueblo español también tiene su papel fundamental en la misma, aunque finalmente no se convirtiera en una plato típico de nuestra gastronomía.
Receta de mousse de chocolate blanco
Una mousse de chocolate se puede preparar con cualquier tipo de chocolate aunque en esta ocasión vamos a utilizar el blanco. En apenas 15 minutos vamos a conseguir una mousse de chocolate blanco esponjosa y ligera que se puede decorar con unas frambuesas, unos trozos de chocolate o unas hojas de menta, aunque solo también va a resultar ideal. Prepáralo cuando tengas una celebración especial o simplemente cuando te quieras dar un capricho.
Ingredientes
- 200 gr de chocolate blanco
- 2 yemas de huevo
- 2 cucharadas de azúcar
- 300 ml de nata líquida para montar
Elaboración
- Lo primero será cortar en trozos el chocolate y picarlo lo más pequeño posible. Así conseguiremos que se derrita mucho más rápido y más fácilmente. Se deja en un recipiente a parte.
- El siguiente paso será separar las yemas de las claras de los huevos y juntarlas con el azúcar hasta conseguir una mezcla de color ligeramente pálido.
- En una cacerola se ponen 60 ml. de nata líquida a calentar a temperatura baja. Cuando esté caliente pero sin llegar a hervir, se incorpora muy lentamente la mezcla del azúcar y de las yemas y se va removiendo. El calor va a conseguir que el azúcar se disuelva perfectamente con la nata.
- A continuación se introduce el chocolate troceado. Se apaga el fuego y se remueven los ingredientes hasta que se haya derretido completamente el chocolate gracias al calor residual. Se deja enfriar por completo la mezcla, pudiendo meterse incluso en la nevera para conseguirlo antes.
- En otro recipiente distinto se bate la nata restante bien fría hasta montarla completamente. Cuando comience a hacer picos, se para de batir y se junta con la mezcla de las yemas, azúcar y chocolate que ya estará fría.
- Se mezclan con movimientos muy suaves todos los ingredientes para que no se baje la nata y se echa el resultado en vasitos pequeños que se introducirán en la nevera dos horas antes de servir en la mesa. ¡Buen provecho!
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